Hemingway y la tauromaquia

Hemingway y la tauromaquia

Hemingway descubrió la tauromaquia durante su primera visita a España en la década de 1920. La intensidad, la valentía y la estética de las corridas de toros le cautivaron de inmediato. En su novela «Fiesta» (1926), conocida también como «The Sun Also Rises», Hemingway presenta una vibrante descripción de los Sanfermines en Pamplona. Los personajes de la novela, especialmente el torero Pedro Romero, encarnan el espíritu del torero clásico: valiente, honorable y dotado de una gracia casi mística en el ruedo.

Sin embargo, su obra cumbre en cuanto a la tauromaquia es «Muerte en la tarde» (1932). Este tratado no solo es una crónica detallada de las corridas de toros, sino también una meditación filosófica sobre la vida, la muerte y el arte. Hemingway aborda la tauromaquia con una precisión casi científica, describiendo cada movimiento, cada ritual, cada emoción con una prosa tan rigurosa como poética. En sus páginas, el toro y el torero se elevan a figuras casi míticas, símbolos de un enfrentamiento atávico entre el hombre y la bestia, la vida y la muerte.

Hemingway admiraba profundamente a los toreros y sentía una conexión con ellos. Para él, la corrida de toros era una forma de arte suprema, donde el valor y la habilidad se combinaban en una danza mortal. Veía en los toreros una metáfora de la lucha humana contra el destino y la adversidad, una lucha que él mismo experimentó a lo largo de su vida.

En su relato «El verano peligroso» (1960), Hemingway narra la rivalidad entre los toreros Luis Miguel Dominguín y Antonio Ordóñez. Esta obra, resultado de su último viaje a España, refleja su pasión intacta por la tauromaquia y su capacidad para captar la esencia de los toreros y sus hazañas.

Ernest Hemingway, con su estilo inconfundible y su mirada penetrante, logró inmortalizar la tauromaquia en la literatura universal. Su legado nos invita a apreciar la complejidad y la belleza de un arte que, como él bien sabía, es mucho más que una simple tradición: es un reflejo de la condición humana.